foto en primer plano de la piscoterapeuta Carolina Saldaña

CUIDANDO TU BIENESTAR INTEGRAL

La salud mental, emocional, física, sexual y relacional de la persona configura un todo que, mirado en su totalidad, nos permite alcanzar y disfrutar de un verdadero bienestar.

Soy Carol Saldaña, Psicóloga y Psicoterapeuta.

Introducción.

Cuando una persona se enfrenta a hacer un proceso de Terapia le asaltan dudas, inseguridades y muchos miedos. Me gusta acudir a la metáfora de Pepa Horno, gran referente para mí, que lo explica con esta claridad y luminosidad:

El alma es como un edificio interno. Puede que nuestro edificio sea un rascacielos, o una granja en medio de un bosque o una cabaña junto al mar. Cada uno tenemos nuestro edificio. Ese edificio se crea entre lo que hemos recibido genéticamente, y energéticamente y lo que hemos vivido los primeros años de vida. Es decir, ese edificio nos lo regalan. Es un regalo. No lo elegimos. No somos responsables de él. No somos culpables.

La consciencia no cambia el edificio, solo nos permite conocerlo y aprender a vivir con él. Nuestros puntos flacos son los mismos y serán los mismos antes y después de leer este libro, de ir a Terapia, de una conversación con alguien amado.

¿Qué cambió? Que los conocemos. El otro – amigos, figuras parentales, educadores, terapeutas.. muchas personas pueden ser ese otro, por suerte – nos ayuda a ver nuestros puntos flacos, nuestras debilidades, nuestros fallos. A reconocerlos. Y a aceptarlos. El amor que recibimos y el que damos nos da la fuerza para hacer consciente el edificio, para aprender a vivir en él. Y al ver y al aceptar nuestros puntos flacos, aprendemos a manejarlos. Caemos en ellos menos veces. Y menos intensamente. Y cuando caemos, nos sonreímos, nos enternecemos o nos enfadamos depende el caso. Pero pensamos: “Ya estamos otra vez con los mismo, no pasa nada, vamos a dormir que mañana será otro día y lo haremos mejor”. No nos enganchemos en ellos. No nos fustiguemos con ellos. Podemos decidir libremente cómo afrontarlos. La conciencia cambia la vida porque nos hace libres, no porque modifique nuestro edificio.

Nota importante:

A veces hay experiencias en la vida que abren puertas y ventanas de en ese edificio. Cómo cuando abrimos una ventana y entra luz en esa habitación. O abrimos una ventana y entra luz en una habitación que llevaba cerrada muchos años. Quizá una vida entera. Y entonces no es que cambie el edificio. Pero sí cambiamos nosotros. Nuestra visión de nosotros mismos. Y esa luz puede cambiar la vida. Tanto tanto, que parezca que nos hemos ido a vivir al mar. La luz sana.

Ellas también han podido contarnos su visión de hacer un proceso de Terapia:

La experiencia del proceso de terapia. Comprensión y empatía.

Al pensar en el primer día de terapia, recuerdo los nervios y el miedo que tenía. Supongo que en parte era normal, no sabía si sería capaz de abrirme tanto a una persona que no conocía de nada, me preocupaba el hecho de ser sincera respecto a mis pensamientos y sentimientos, y por ello sentirme juzgada. Al poco tiempo esos miedos se difuminaron, desaparecieron. Me di cuenta de que la persona que tenía a mi lado, Carol, lejos de juzgarme, me comprendía y me mostraba su empatía. Tener a una persona que te transmite tanta paz, calma y seguridad durante el proceso terapéutico lo cambia todo.

Reconozco que este proceso no siempre es fácil, conlleva ciertos retos, pero merece la pena y lo repetiría sin dudarlo las veces que hiciera falta. Definitivamente le digo sí a la terapia.

La experiencia del proceso de terapia. Reconciliándome conmigo misma.

Ir a terapia ha sido unos de los procesos más bonitos y duros a los que me he enfrentado en mi vida, pero tengo claro que ha merecido la pena porque he sido capaz de reconocerme , con lo bueno y con lo que no lo es tanto.

Ha sido un proceso en el que he aprendido a reconciliarme conmigo misma.

Mi terapeuta ha sido mi mejor guía, me ha ayudado a ver la realidad y a asumirla, pero con mucho cuidado y sobre todo con un gran respaldo, que me ha permitido enfrentar momentos de gran dolor y también de felicidad. Me he sentido acompañada en todas las expresiones de mis emociones y reforzada ante los pequeños impulsos de buscar esa alternativa a la oscuridad.

La terapia me ha hecho entender y aprender que soy yo la que tiene la capacidad de levantarse y que en los demás he de buscar los apoyos adecuados, el movimiento parte de mí.

Pero lo más importante de ir a terapia es que me ha ayudado a darme otra oportunidad y, ¿por qué no decirlo?, a salvarme la vida.

Este camino que he recorrido no habría podido hacerlo sin la confianza de quien se sentó delante mía durante tantas sesiones, me brindó su apoyo, confianza y acogida, en resumen, ese “cordón umbilical” que estableces con tu terapeuta, tan fuerte y esencial, que te prepara para el día en el que eres capaz de soltarlo y caminar más segura.